miércoles, noviembre 24, 2010

Restaurante La Rebotica. Cariñena


En septiembre ganamos un concurso que organizaban los amigos de La Corona de Aragón en su muro de Facebook, cuyo premio consistía en una comida para dos personas en "La Rebotica" de Cariñena y en cuanto vimos la ocasión de tener un fin de semana disponible, aprovechamos para escaparnos y hacer uso de nuestro premio.
Lo primero que percibes al entrar en "La Rebotica", es el mimo y el cariño con el que se dirige este establecimiento familiar con sus recién cumplidos 20 primeros años de vida.
Hace exactamente ese tiempo que Silvestre Cros y Nati Lacal, funcionarios del Ayuntamiento, aparcaron sus carreras profesionales para dedicarse al mundo de la hostelería. Y para esta empresa, eligieron un emplazamiento singular: una céntrica rebotica con muchos años de historia como atestiguan los certificados y títulos que muestran orgullosas sus paredes.
Desde los inicios, cuatro jefes de cocina han pasado ya por sus fogones y desde hace cuatro años es Clara, la hija de los propietarios y una excepcional y capacitada cocinera quien se encarga de tal dirección.
Probamos el menú diseñado ex profeso para celebrar su 20 aniversario, aunque con ligeras variaciones, ya que los platos fríos fueron sustituidos para que pudiésemos entonar nuestros cuerpos debido al frio pelón que hacía y nos calaba hasta el tuétano.

Para comenzar, el menú se abrió con un Caldo. No soy amiga de caldos, sopas ni consomés pero he de reconocer que este estaba sabrosísimo y servido a la temperatura ideal, algo no es habitual y que acaba produciendo quemaduras de tercer grado en encías y paladares.



Con el fin de ir abriendo boca, nos sirvieron unas croquetas de bacalao, cremosas, crujientes y doradas.




El siguiente plato llegó para sorprender: Flan de Foie con trufa y manzana caramelizada. Un plato que pese al foie, resultaba ligero, equilibrado y nada graso.



Continuamos con un arroz cremoso de langostinos y queso de cabra. Delicioso arroz, en su punto… El aroma queso de cabra irrumpía en las papilas reclamando su jerarquía en el plato.



El pescado vino representado por un Bacalao gratinado al ajo tostado… Aun me relamo al acordarme de este plato. El minimalismo gastronómico elevado a la enésima potencia nunca resultó tan delicioso como este bacalao.



Y con la carne vino el giño a la tierrica: Fardeles de ternasco y setas al vino añejo. Simplemente magistrales y la salsa de “arremangarse” y untar.



En este punto estas ya a punto del colapso gástrico y crees que no serás capaz de deglutir ninguna vianda más… pero llega hasta la mesa el postre que muy orgullosamente han bautizado como “la Rebotica” compuesto por crespillos de borraja con helado de melocotón de Calanda y natillas caseras. Sublime y maravilloso. No sé como describirlo. El postre en su conjunto era redondo… simplemente perfecto.



La comida fue regada por los extraordinarios caldos de La Corona de Aragón y perfectamente atendida por Cosmina, una profesional encantadora que además de servirnos estupendísimamente, nos explicó la historia del restaurante y de los muros centenarios que lo albergan.
Un restaurante altamente recomendable que pasará a los primeros puestos de nuestro ranking de lugares para regresar.

1 comentarios:

maria dijo...

Pues tenía todo una pinta sensacional.
Un saludo desde el bazar de los sabores

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